Al evaluar su obra, encontramos que Güiraldes había encontrado un lenguaje vernacular, netamente argentino, que se metía en el español literario creando una profunda simbiosis de esos dos extremos en que se debate el alma hispanoamericana: lo europeo -la herencia
culturalmente hecha- y lo telúrico, el "hoy" y el "aquí" de la tierra nativa.
Del exquisitamente culto Güiraldes había salido una voz gaucha, llena de realismo, de imaginería campesina pero vestida a la última moda francesa: lo dialectal americano y lo europeo unidos en dosis sutiles.
Entre sus producciones se destaca Don Segundo Sombra, Raucho, Rosaura, Xaimaca, Cuentos de muerte y de sangre, además de varios libros de poemas.